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Julio César Hernández
Como si no bastara el desorden administrativo que dejaron los diputados de la pasada Legislatura, el actual secretario general del Congreso, Carlos Corona, vuelve a “tropezar” y con ello siguen dando la “nota” desde Hidalgo 222.
Primero, recordemos que pretendió “mandar” de vacaciones -de Semana Santa y Pascua- a los diputados apenas a dos meses y medio de haber asumido el cargo, no obstante que para gozar de este privilegio debe de haber transcurrido medio año, razón por la que los diputados le corrigieron “la plana” y no tomaron oficialmente estos días de asueto, aunque varios de ellos mañosamente encontraron la forma de no asistir al Palacio Legislativo.
Ahora, en medio de los escándalos por los desórdenes administratvos, Carlos Corona tuvo la genial idea de proporcionarle a cada uno de los diputados una identificación metálica, o séase las famosas, polémicas y mal recordadas “charolas” de los años… ¿70’s?
Y no solo eso, sino que además les proporcionó una identificación del mismo material para que sean colocadas en una parte de su vehículo que pueda ser visible fácilmente, remontándonos también a la época de la prepotencia legislativa.
Se asegura que la Junta de Coordinación Política no autorizó dichas placas y que tampoco ningún diputado las solicitó, sino que todo fue idea del secretario general. Obviamente que las críticas no se hicieron esperar, pues en pleno siglo XXI nos pretenden remontar a los tiempos del echeverrismo, lópezportillismo y más atrás.
¿O será que con ello Corona pretende otorgarles a los diputados un motivo alusivo al centenario de la Revolución Mexicana?
Sin duda que este segundo “tropezón” de Carlos Corona va en detrimento de su imagen y, por supuesto, quedará para la anécdota esta veusta idea de proporcionarle a los diputados el instrumento adecuado nada menos que para… ¡charolear!